4.
ESCRIBIENDO. No hay nada que
dañe tanto una historia como improvisar. «Es
que hoy no estoy creativo».
«No
he escrito nada, estoy atascado».
¿Cuántas veces hemos dicho cosas similares? Pues permitidme que os
diga algo: todo eso, lo mal llamado bloqueo del escritor, ¡no
existe! Sí, es verdad que uno puede encontrarse disperso por el
motivo que sea, y que por ello no sea capaz de centrarse en la
historia ni, en consecuencia, de escribir. Se llama estar distraído
y le puede pasar a cualquiera. Pero lo otro, aquello de estar
atascado, o no tener inspiración, es un mito. Lo que pasa, muy
probablemente, es que no has preparado tu historia, pues esperas que
esta fluya de tus dedos mágicamente. Bien, te voy a contar algo: el
tiempo invertido en escribir una historia, debe dividirse entre
planificación, escritura y corrección. ¡Escribir no es cosa de
magia!
La
planificación es de los tres el proceso más creativo, el más
importante y el más costoso. Durante el tiempo dedicado a planificar
tendremos que diseñar personajes, desarrollar la trama, crear
subtramas, etc. Hay muchos amateur
que
dicen que no lo hacen porque prefieren improvisar en lugar de ceñirse
a un plan, pero claro, luego se nota en el resultado. Se nota mucho,
y no para bien. Escribir una historia improvisando es como intentar
arreglar la lavadora improvisando, sin saber qué estamos haciendo,
ni preparar las herramientas, ni nada. Lo más normal será que nos
dé la corriente y salte el automático, eso si no rompemos del todo
el electrodoméstico. En el mejor de los casos seremos capaces de
hacer que funcione y de montarlo de nuevo, y guardaremos en un cajón
todas esas piezas que, no sabemos por qué, nos han sobrado.
Si
hemos hecho bien el trabajo de planificación, tendremos el
equivalente literario a un mapa. Esto nos permitirá escribir nuestra
historia de manera eficiente, contando en cada momento lo que la
historia necesita, sin perdernos en divagaciones ni desvirtuar la
historia con elementos sin importancia para la misma y sin interés
para el lector. Pero, además, esto no nos obliga a "ceñirnos a
un plan". ¡El escritor puede cambiar todo lo que quiera, y
puede hacerlo siempre que quiera! Sin embargo lo haremos sabiendo a
dónde vamos, que es la gran diferencia entre planificar e
improvisar.
Finalmente,
es muy recomendable dedicar cierto tiempo a la corrección del texto.
Mi consejo es que hagáis al menos tres o cuatro lecturas del mismo,
pero lecturas a fondo, revisando la ortografía, la gramática, la
construcción de frases y, sobre todo, comprobando que la historia
funciona, que no dejamos flecos sueltos, o inconsistencias, o
incoherencias y contradicciones dentro de nuestra historia. Sin este
trabajo, lo que tendremos será tan solo un borrador mal definido.